Y aquí estamos otra vez. Aquí estás Tú, trabajando. Aquí estoy yo, en un segundo plano, sin interrumpiros pero aportando lo poco que mi ajena inexperiencia puede daros. Aquí estoy yo, en una breve pausa entre estudios y asuntos que me mantienen ocupada, permitiéndome dejar mis ansias de Ti en un segundo plano. Aquí estamos. No estamos solos.
Aquí estoy yo, contemplándote desde mi silencio. Te escucho, y mis oídos beben de la cadencia de tu voz. Tus tonos, las palabras que enfatizas y las que arrastras, aquellas que repites o aquellas entre las que te pausas. Te miro, te admiro, y te vuelvo a mirar... Y me detengo en cada detalle, en todos los rasgos que te trazan: en tu nuca, que tanto desearían acariciar ahora mis labis, y, cuando ladeas el rostro, en tu regio perfil. En tus brazos, siempre fuertes, bailando en el constante movimiento de tus manos, cuyo tacto tanto me gustaría sentir ahora. En tu postura, que varia según lo hace la intensa charla creativa que mantienes.
Aquí estoy yo, imaginando. Imaginando que soy valiente, que ya no me hago más pequeñita de la vergüenza. Imaginando que he crecido y mejorado, que he sembrado esfuerzos y recogido avances. Imaginando que el mundo ha cambiado y que nuestros secretos no son condenados ya por ojos sociales. Imagino que estamos en un momento y lugar en el que mi imaginación, valga la redundancia, puede dejarse llevar...
Imagino que puedo demostrarte con actos la veracidad de estas palabras. Que puedo buscarte, de rodillas como correspondería a la sumisión que contigo ha florecido. Que puedo suplicarte, con el silencio de mis ojos, que me permitas acercarme más. Que puedo rogarte, casi muda, por tener el honor de darte placer.
Imagino que me concedes ese privilegio. Imagino la sonrisa con la que lo haces, y el roce de tus dedos en mi pelo. Imagino como los míos desabrochan los botones de un pantalón al que ahora no quito ojo mientras tú sigues enfrascado en tu diálogo, e imagino que voy haciendo lo propio con tu cinturón y cremallera.
Imagino tu sabor, por fin en mi boca, tras horas deseándolo. E imagino como, tras un rato de entrenamiento y aprendizaje, tengo por fin permiso para alzarme y sentarme sobre ti. Imagino entonces que por fin, por fin, por fin, te siento dentro de mí, Imagino como tu polla va abriéndome el coño, ese que ahora chorrea sin decírtelo mientras escribo esto, poco a poco, cuando me voy dejando caer despacio sobre ti...
Y el resto... El resto, son imaginaciones variadas, en las que nuestros cuerpos danzan al compás de una música que solo está en nuestra cabeza. Imaginaciones en las que la misma canción nos mueve a ambos. Imaginaciones en las que dibujamos posturas, lugares y posiciones, según tus manos y tu voz lo dictaminan. Porque por encima todo, me imagino que por fin, te dejas llevar conmigo... Que das rienda suelta a TUS deseos, los cuales yo ya anhelo como latidos propios en mi pecho, que no te reprimes ni contienes, que eres, sencillamente TÚ, conmigo. Que estamos juntos, Tú y yo, y Tú, permites que se haga pues tu voluntad... A tu gusto.
Y en todas esas imaginaciones, en las que me usas para ello y soy a la vez juguete y compañera de juegos, me imagino siempre un final que, si bien es distinto cada vez, coincide siempre en algo: tu clímax. Siempre, todo termina cuando, por fin, logro complacerte y Tú logras liberarte hasta alcanzar tu culmen. Porque no hay mayor meta que la de tu placer, ni mayor premio que participar de tu orgasmo.
Pero ahora no es el momento ni el lugar... Y toca seguir imaginando, soñando despierta...
Porque dicen que soñar es gratis, pero en mi caso... Tú eres dueño de mis sueños, mi Amo.
Para siempre y para todo.