sábado, 28 de mayo de 2016

Agradeciendo entre pluma y ceniza



Me salvaste.

Me salvaste justo a tiempo. 

He renacido de mis cenizas hechas de lágrimas, en una nueva y eterna sonrisa que brilla por Ti.

Estaba perdida y desorientada bajo el azote de la angustia y el estrés. Maltrecha en salud y cuerpo, y sin ganas en la mente y el alma. Y el corazón me latía por Ti, pero se aquejaba por mis enfermedades y desdichas.

Pero no me has dejaste caer ni echar a perder. Me sujetaste. Me hiciste ver. Me hiciste reaccionar. Me diste luz, verdad y apoyo. 

Gracias.

Ahora, tras haber salido del coma, en pleno postoperatorio en el que las cenizas y las plumas todavía me visten, comprendo que has debido pasarlo realmente mal viéndome así. Entiendo lo mucho que ha debido preocuparte y angustiarte el notarme triste y estresada, y me doy cuenta de cuánto ha debido de dolerte el contemplar como iba dejándome consumir inmóvil y pasiva ante el eterno devenir. Lo siento mucho. Siento haberte hecho sufrir. De verdad. Es un precio que llevaré sobre mis hombros siempre... Pero te juro que ninguna carga volverá a encorvarme

Esto no me frenará. Nada lo hará. Ningún dolor o cansancio o peso. Seguiré adelante. Avanzando contigo. 

Y llegaré ahí, a lo más hondo. Y Tú no estarás sólo nunca más. Para Ti se acabaron tiempos de búsqueda y decepciones, esos mismos que te hicieron aparecer en la madrugada, pues en mí lo hallarás todo. No irás más a la deriva, iremos juntos. Estaré contigo. Siempre y en todo.

Eres maravilloso. Y me has salvado.

Gracias por curarme.

Gracias por no dejarme ir.

Gracias por esperarme.

Gracias.

Te amo, R.

No hay comentarios:

Publicar un comentario