sábado, 21 de mayo de 2016

Historias de jardinería...




Si miro primero en el calendario, y luego atrás en el tiempo, puedo darme cuenta de que, sea mucho o poco, estoy en un periódo quincenal que, hace un año, fue bastante determinante para nosotros.

Finalizaba este mismo mes cuando, tras unos meses conociéndonos, tomando primero unas decisiones como amigos, y luego acercándonos de manera más especial con otras, nos encontrábamos en ese punto indefinido en el que las líneas se cruzan y las etiquetas no sirven ni para nombrar ni para explicar.

Y en eso estábamos inmersos, muy juntos pero no siempre juntos, cada uno pendiente también de historias paralelas protagonizadas por el resto de elenco de nuestras vidas. Algunos capítulos cerraban parte de esas historias, otros las dejaban en una expectación digna de un "continuará" al final de créditos, otros anticipaban crónicas de muertes anunciadas, y algunos eran páginas navegando a la deriva en la incertidumbre.

Pero Tú y yo estábamos juntos, en una época en la que yo todavía no te adornaba en mayúsculas, pero te adoraba aun sintiéndome minúscula en comparación de tu grandeza. En una etapa en la que la parte de nosotros que este blog abarca no creíamos ir a compartirla, cada uno por sus propias dudas y temores, que hacían que lo "nuestro" fuera "otra cosa" distinta, e igualmente, tan maravillosa como todo lo vivido juntos.

Tú y yo estábamos juntos, sí. Y en estos inicios de aquella quincena, dimos un paso más y consumamos algo que, despacio, había estado gestándose y afianzándose en una confianza y seguridad que marcasen la diferencia. Porque no queríamos maquinarias ni estrategias, sino hacer de aquello algo distinto y más sincero.

Así, en el ecuador de las dos semanas, fuimos abrazando más las sensaciones, nuestras primeras veces en múltiples cosas, que iban siempre sumando. Y aquello se nos iba de las manos, como granos de arena escapándose irremediablemente de entre los dedos, para construir nuestro castillo particular de sueño. Porque hasta el momento, vivíamos en un presente, y ahí, comenzábamos a imaginarnos en un futuro plural y en primera persona, que hacía peligrar el resto de libros que protagonizábamos, pero aventuraba que lo "nuestro" iba a ser una saga infinita...

Recuerdo los sucesos finales de aquella quincena. Recuerdo la resurrección de fantasmas del pasado, las búsquedas a destiempo, y las fugas de pieles ajenas a las propias, saltando de un libro a otro. Porque al final, siempre queríamos proseguir un capítulo más juntos incluso cuando estábamos emitiendo episodios alternativos. Y de nuevo, era una intensidad que amenazaba con sumirnos en los conflictos de la moral y la lealtad, enfrentados con los anhelos que nos iban acercando a lo sempiterno.

De ahí en adelante, todo fue avanzando y sucediéndose de manera imparable. Desenlaces, sorpresas, decisiones... Pero lo nuestro, renovaba para temporadas indefinidamente. O así lo sentíamos. Y poco a poco, nuevos elementos fueron incorporándose, y los temas a abarcar en lo nuestro crecían, abriéndose posibilidades que ya no podíamos negarnos.

Desde entonces, he hecho muchas cosas bien... Y algunas otras, bastante mal. He caminado entre aciertos y errores, intentando acortar cada vez más esa distancia que la inexperiencia marcaba, para alcanzarte en altura y aumentar nuestra cercanía. He tratado de crecer lo más deprisa posible para entrar en tus prendas íntimas y dar la talla. A veces, lo he logrado. Otras, me he equivocado. Otras, he fallado. Y otras, por cosas que no justifican mis desaciertos ni son relativas a Ti, me he dormido en los laureles.

Supongo que estaba demasiado sucumbida a todas las sensaciones nuevas e intensas, que disfrutando como en todo mi valle de lágrimas nunca había hecho, me tomé algunos temas con demasiada calma, inconstante con otros, y demasiado focalizada en algunos. No siempre he hecho honor a esa inteligencia que de mí tanto te gusta, ni a la madurez que rompía la barrera generacional, ni a la fortaleza y el valor con los que Tú me habías visto avanzar. A veces, mis pecados no han sido esos en los que sumirnos felizmente, sino verdaderos lastres para mí misma que han salpicado alguna página con motas de alerta. Casi siempre superaba las pruebas, pero no todas las lecciones las aprendía con la misma velocidad, y sé que algunos cambios, si bien fueron plantados hace tiempo, han tardado en comenzar a dar sus frutos.

Pero también sé que, si miro atrás, hace un año era imposible adivinar que yo estaría ahora aquí, escribiendo esto sin que Tú repares en que es esta la pestaña del navegador que tengo abierta, mientras trabajas tras un día más juntos... De todos los que nos quedan.

Y por eso, sabiendo que tenemos una renovación de temporadas ilimitada, y páginas infinitas por llenar juntos, sé que poco a poco, serán ilustradas por los árboles que nazcan de los frutos que hoy estamos tomando, y de los cuáles plantaremos nuevas semillas. Porque he aprendido a regar, abonar, y podar.

Y al final, nuestro jardín estará libre de malas hierbas, y lleno de buena vida. 

De nuestra vida.

1 comentario:

  1. Me parece que desbordas sinceridad y emociones. Poco puedo añadir que no hayas escrito ya...

    Besos.

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